martes, 17 de enero de 2012

Vigo-Teis 2012









Costiña de Canedo 2012


Si piensas que hay que tener los dos hemisferios cerebrales mermados de riego para madrugar la primera mañana del año, y acudir a una carrera que es, sencillamente, como un puntapié en la entrepierna, entonces no vengas.

Entonces no vengas, porque te sentirás como ese canario que llevaban los mineros al fondo de los pozos más oscuros para detectar el grisú.
No vengas, no, porque la costiña de Canedo es material explosivo.
No hay botellas de oxígeno para todos, y no hay rescate posible. Es el infierno. El infierno mismo atravesado en el camino hacia un improbable cielo, y con toda su carga tóxica derramada sobre el asfalto.

La pendiente no admite negociación, y la destrucción masiva de fibrillas musculares está asegurada. Nadie se atreve a mirarle a los ojos al infarto, que, espectador con abono de sombra, observa detenidamente todo lo que sucede desde las cunetas.

No vengas. Esta no es tu guerra.
Respira, y vive.

Las cimas de las que aquí se está hablando, son apuestas demasiado elevadas. Renuncia, y canjea lo poco que, con tanto esfuerzo y privaciones, hayas podido juntar.
Porque arriba, apostada contra los muros de la iglesia, te está cronometrando la encapuchada.

Ya están, de hecho, los nichos abiertos de par en par esperando por la avalancha de calor humano, pacientemente aguardando el momento de apagar su sed de conquista.
Claman por su sudoroso tributo, y en su desmesura, exigen también la hernia o el fracaso coronario. Pero un año más, habrán de contentarse con las migajas.

Los negros espíritus han sido derrotados. Devueltos a sus desolados dominios, a su paralítico y calcificado mundo subterráneo.
Nadie les llamó, y nadie les pidió su opinión.
No les echaremos de menos.    

Que sufran un año más viéndonos descorchar el champán y saborear las tabletas de chocolate, celebrando las saturnales del gran Saturnino. 

¡Feliz 2012!         © Cristóbal Mateos García





San Silvestre - Castrelo de Miño 2011